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Ensayo visual sobre Usera, el castizo barrio chino y latino de Madrid
Por João Pedro Silveira-Martins
El año es 2020, cuando la pandemia de la COVID-19 ha asolado todo el mundo, y transformado radicalmente la manera cómo las personas se relacionan y ocupan los espacios urbanos. En agosto, pleno verano, las primeras semanas tras el duro confinamiento en el Estado Español son de incertidumbre, pero muchas ganas de entender qué es la “nueva normalidad”. Luego en la entrada del barrio por la estación de Usera se puede notar las primeras consecuencias sociales de la COVID-19, con la palabra “Plandemia” escrita en una publicidad en chino, haciendo alusión al inicio de la pandemia como un plan internacional, supuestamente de origen chino, para diseminar una enfermedad mortal.
Este artículo viajará hasta Usera, uno de los distritos de Madrid que circundan la mítica avenida M-30, al lado del río Manzanares, una de las principales fuentes de vida para la ciudad desde que era un pequeño pueblo morisco en tiempos medievales. Hoy, este río delimita lo que se conoce por los madrileños y las madrileñas como el centro y la periferia, como una réplica wallersteineineana (WALLERSTEIN, 1976) castiza de quien está dentro y quien está fuera. O, en términos más concordantes con el día-a-día de la ciudad, los barrios del centro y los barrios obreros.
